sábado, 22 de septiembre de 2012

HOMENAJE A RAMON LANDAJO

El 7 de Septiembre del corriente falleció el compañero Ramón Landajo, quien fuera Secretario Privado del General Juan Domingo Perón.

Landajo nació el 16 de septiembre de 1928 y a los 14 años conoció a Perón, a quien acompañó como secretario privado hasta en sus exilios.

En sus visitas a nuestra Delegación Gremial de Alsina 250, Ramón Landajo nos comentó en encuentros de militantes y afiliados que: "Lo conocí (a Perón) en 1942, cuando él era coronel y se reunía con quienes diseñaron el cambio de gobierno con la revolución de 1943".

Para Landajo, uno de los mayores logros del peronismo fue "la reforma de la Constitución Nacional de 1949", en la que indicó "se incorporaron los derechos laborales y sociales que caracterizaron al constitucionalismo social y las bases jurídicas para expropiar empresas monopólicas".

"Perón no necesita el monumento de los falsarios, de los hipócritas, de los simuladores. En cada corazón de todo buen argentino y peronista, está ese altar que se construyó con amor y lealtad. Es lo que vale", afirmó al respecto Landajo en una de sus columnas que difundía a través del sitio Grito Peronista.
Landajo llegó a autodefinirse como "el alcahuete de Perón" y recordó que fue el "nexo del ex presidente en México cuando se estaba por formar la Unidad Latinoamericana".

Desde este espacio queremos rendirle un merecido homenaje a este querido compañero que nos honró con sus visitas y sus entrañables charlas.


A continuación transcribimos el prólogo de su libro al "Final del Camino", en donde plasma sus vivencias junto al General Perón

Al Final Del Camino
El olvido de muchos de los que no claudicamos,
y la conducta de los simuladores y traidores.

PROLOGO


He llegado al final del camino. Poco tiempo resta, para que pueda presentarme para ser juzgado por todos mis actos en esta vida. Llego, cansado, vencido, buscando la noche, para hallar un poco de descanso. Me duelen las traiciones. En las páginas que siguen, aparece la verdad, que muchas veces he callado. Es la mía, exclusivamente. Pongo a descubierto lo que muchos ni siquiera suponen que haya sido realidad. Señalo sin temor alguno, a quienes se han valido de mi estupidez o de mi ignorancia. Ya no habrán de extorsionarme, porque no se puede chantajear más, al que está ausente. Tomo una decisión que parece para muchos cobardes, pero todo cuanto soporté en el pasado, con la tortura física sufrida, es nada con ésta, producto de una conducta bastarda de sujetos de apariencia honesta y decente. Lo leí muchas veces, en ese libro que me diera, al cumplir la mayoría de edad, mi padre:"La inteligencia duele. Todo lo humano duele. Para ella, vivir es aprender. Aprender a rectificarse, aleccionarse, arrepentirse, prepararse. Nos dice que no somos ángeles, ni bestias. Nos obliga a medir nuestra ignorancia. Nos persuade de que estamos aquí como en una cárcel, con muros de soledad; pero nos deja en la misma incertidumbre que padece el prisionero respecto a lo que ocurre fuera de su prisión. Comprende que los sentidos engañan y toma la realidad con la cautela de quien coge un tizón de la hoguera. Transporta la muchedumbre a la ciudad, que es transportar el bosque al aserradero. Cada día te convencerá otro poco de que los animales son menos torpes de lo que te dijeron. Y, al revés, los hombres. Comprenderás, asimismo, que el intelecto, con ser grande, es inferior al sentimiento. Lo comprobarás, mejor que en nada, en las obras llamadas intelectuales, en las que el sentimiento resplandece asentado en las ideas como diamante en el engarce. Y oirás grave discusión sobre el principal objeto de la inteligencia. Unos afirman que es la verdad; otros, que la belleza; otros, que el bien. Porque el hombre, como un prisma cuyas caras son materia, mente y espíritu, descompone en diversos colores el blanco rayo de luz que llega de lo infinito.
Este modesto esfuerzo está dedicado a LINA, mi querida e insustituible Esposa, Compañera y Amiga, que en todo momento supo estar a mi lado, impidiendo que el espíritu desfalleciera, cuando el peso de las presiones y ataques sufridos, me provocaban una gran depresión. Por su permanente aliento para que no renunciara, enfrentando con sacrificio la adversidad y disimulando y perdonando mis debilidades.
Dejo constancia de mi total reconocimiento y gratitud al General Juan Domingo Perón, mi Maestro, que al honrarme con su confianza y amistad, me permitió compartir sus momentos más amargos, angustiantes y difíciles. En la tremenda soledad que vivió, fuí depositario de sus confidencias, experiencia que me han sido de utilidad para enfrentar y superar contingencias que a lo largo de la vida se han presentado.
Mi recuerdo muy especial para ese amigo y extraordinario hombre que es símbolo de la conducta leal del Peronista, que se llamó Isaac Gilaberte. Juntos, acompañamos al General en los días inciertos y peligrosos que vivió en Panamá y Venezuela, enfrentando dificultades originadas por aquellos que lejos de servir a una causa, buscaron servirse de ella para satisfacer mezquinas ambiciones.
Mi identificación con esos maravillosos Compañeros, que sin medir consecuencias, ofrendando todo, han sido quienes han mantenido encendida la llama viva del sentir Peronista, transmitiendo a nuevas generaciones la fuerza que superando la etapa de confusión, han de sentar bases firmes para alcanzar una Patria Libre y Soberana.
También lo dedico a quienes en su momento me calumniaron y difamaron, juzgando mi conducta sin dejarme dar respuesta a las dudas que pudieran existir sobre mi proceder. A ellos, las gracias, porque fueron el alimento que me ha permitido subsistir, impulsando mi rebeldía.

También, a los pocos, pero sinceros amigos, que me han acompañado, sin medir esfuerzos o sacrificios.

A los que en un momento confiaron en mí, y a los que pese a caídas o tropiezos que sorprenden al recorrer el camino de la vida, continúan alentando mis proyectos.

A las mujeres y hombres de mi Pueblo, que luchan firmemente, sin renunciamientos, para...

SER FIELES A LAS CONVICCIONES
Y DEFENDERLAS , SI ES PRECISO,
HASTA CON LA VIDA.
RAMON LANDAJO
Buenos Aires, octubre de 1999.